Hoy he aprendido que cuando una puerta se cierra, otra se abre. Que nadie es imprescindible, que el tiempo pasa y todo lo cura, y por último, que simplemente hay que ser fuerte, dejar que todo pase y seguir con tu vida como has hecho siempre.
Cuando una relación termina, no hay más que superarlo, aprender a vivir sin la otra persona, estar un tiempo sola hasta que vuelvas a confiar en ti misma, hasta que te reconstruyas, hasta que logres volver a sonreír. Pero a veces, pasa que vuelves a sonreír porque alguien hace que vuelvas a hacerlo, alguien que aparece en tu vida y sin saber el por qué, algo se acciona y crees que las cosas pueden suceder de nuevo, pero que esta vez saldrán bien. La ves por la mañana y algo recorre tu cuerpo, es como un escalofrío, algo que te hace que sonrías, te acuestas tarde hablando con ella y te levantas temprano porque sabes que en cuestión de tiempo la volverás a ver.
Puede ser una película que me monte yo sola porque no tenga nada que hacer para poder llegar a su corazón, porque pueda que viva a centímetros de tu sonrisa pero a kilómetros de tu corazón. Es verte y olvidarme de todo, poner mi mejor sonrisa y armarme de valor para hablarte, porque con una simple mirada haces que me rompa y sea puro nervio, pero todo se arregla al ver como vienes a darme un beso, rozar tus mejillas y pensar que ha merecido la pena dormir menos de 7 horas.
Algo ha cambiado en mí. No, mejor, algo has cambiado en mí porque lo has hecho tú sola, has devuelto la felicidad a mi cuerpo y has vuelto a hacer que sonría. ¿Quieres saber un secreto? Empezaré a quererte, pero es tu decisión de que forma lo haga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario